EDUCANDO CON VALORES Y EXCELENCIA

“Educando con valores y excelencia”
Por: Katherine Medranda Ortiz.

“Enseñar no es solo dar conocimiento, sino crear un buen entorno para el aprendizaje”

La riqueza de conocimientos engrandece a los hombres y hace progresista a los pueblos. Sin duda la educación es una realidad histórica producida por la humanidad y vinculada a su contexto sociocultural, a través de ella se inculca y asimilan aspectos formativos, morales y trascedentales.

La buena docencia es aquella que logra que sus educandos valoren el aprendizaje obteniendo un pensamiento crítico y reflexivo, siendo capaces de enfrentar y resolver conflictos, manteniendo una actitud equilibrada en sus acciones, para que éstas se conviertan en modelos a seguir.

Nadie nace sabiéndolo todo, un pedagogo puede tener aciertos como desaciertos, triunfos como fracasos, pero aquellos que han llegado a la excelencia son precisamente los que han tenido suficiente humildad y valor para aceptar sus fallas y enfrentar sus derrotas. El verdadero instructor sabe que el aprendizaje no consiste en cambiar los modelos mentales sino transformarlos, cultivando en sus educandos la capacidad de razonar.

Los verdaderos guías consideran siempre los aspectos emocionales, éticos, económicos y sociales que rodean a sus estudiantes, se interesan por ellos más allá de las aulas de clase, para conocerlos con más profundidad; para ello preparan sus clases con gran interés fomentando técnicas modernas de enseñanza para motivar el aprendizaje y luego de ello poder evaluar con eficiencia.

Los educadores esperan de sus alumnos respeto y generalmente rendimiento académico,
pero lo más importante es que aprendan a desenvolverse por sí solos, creyendo firmemente en sus capacidades, manteniendo seguridad en sus actitudes y un espíritu de constante superación. La meta de todo buen profesor es el desarrollo intelectual y personal, porque de nada sirve una mente brillante sino va acompañada del equilibrio de sus emociones y actitudes.

El buen pedagogo dirige su clase más que con profesionalismo, creando un ambiente para el aprendizaje crítico natural, que permite lograr la atención del estudiante sin distracciones, desarrollando dentro del compromiso consigo mismo y con la sociedad, disciplinándolo a través del razonamiento, con una oratoria firme, estimulante, cálida y firme a la vez. Brinda un trato justo y solidario, que deja ver una imagen humanística más que de superioridad, entregando todo su saber sin condiciones ni medidas.

Es necesario evaluar a través del aprendizaje más no desde el rendimiento, si bien es cierto el examen es una forma de ayudar al estudiante a visualizar su progreso y también a “evaluar la docencia”, pero no siempre las buenas calificaciones reflejan la comprensión de lo aprendido, que se suele olvidar fácilmente.

Es vital que el docente se autoevalúe, no interesan tanto los métodos, como la predisposición, la ayuda incondicional, el ánimo y positivismo que motive a los estudiantes a aprender correctamente. La forma honesta de evaluar la docencia es a través de la evaluación objetiva de los estudiantes.


“Los mejores maestros son aquellos que forman para la vida con un compromiso ético y moral ante todo, porque solo la educación acompañada de valores humanos garantiza una sociedad más justa y honesta".